Un show de títeres autómatas como la vida misma
El atractivo e inquietante “Show de Los Grumildos” de Ety Fefer dejó su huella en el reciente Festival Internacional de Títeres de Bilbao. Estos títeres autómatas, vivo reflejo de una sociedad decadente y en soporífero bucle, recalaron en la Sala Bilborock y no dejaron indiferentes a los que se acercaron a conocerles.
Penumbra, casi oscuridad. Una música al fondo, un telón que oculta la exposición. Te recibe un títere alado, mutante hombre-insecto encerrado en una urna y atrapado en un eterno bucle. Los Grumildos son títeres autómatas, sujetos a hilos y mecanismos de movimiento continuo, que no precisan de manipulación.
Dentro, la exposición. Hay más urnas, más criaturas tiernas pero intimidantes. Todos mecanizados en un baile sin fin. El Hombre Pulpo, su amigo con pinzas de cangrejo, un demonio que te mira fijamente. Después, la música te atrae hasta la Banda. Son un grupo de música en pleno directo, con su jabalí batería, su hiena cantante, su guitarra, su teclado. Cada uno sujeto a su rítmico loop, entregados, sudando las tablas en su eterna danza.
Pero aún falta lo mejor, detrás del último telón, al fondo del escenario. Una enorme casas de muñecos, una minúscula y decadente casa de humanos. Recreada maravillosamente, cuidando cada detalle casi invisible, el edificio nos sumerge en una realidad decrépita de showgirls, fornicio, soledad y perdición. Como la vida misma…
Después de conocer a Los Grumildos, te asalta cierta desazón, sientes el bucle de la vida más presente que nunca. Pero también te sientes bien, sabes que has visto algo único y eso te reconforta. Por eso cuando emerges de nuevo a la claridad del día, llevas puesta una sonrisa. Y no hay hilos que tiren de ella…
Pero aún falta lo mejor, detrás del último telón, al fondo del escenario. Una enorme casas de muñecos, una minúscula y decadente casa de humanos. Recreada maravillosamente, cuidando cada detalle casi invisible, el edificio nos sumerge en una realidad decrépita de showgirls, fornicio, soledad y perdición. Como la vida misma…
Después de conocer a Los Grumildos, te asalta cierta desazón, sientes el bucle de la vida más presente que nunca. Pero también te sientes bien, sabes que has visto algo único y eso te reconforta. Por eso cuando emerges de nuevo a la claridad del día, llevas puesta una sonrisa. Y no hay hilos que tiren de ella…
Enviado por Iñaki Oscoz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario