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Marcela Marroquín |
Entrevista concedida por Marcela Marroquín (marzo 2006) para "Mil Vidas, publicación artesanal dedicada a los Títeres" No. 5 Diciembre 2006.
Marcela y las Marionetas Marroquín
“Marionetas Marroquín” surge en el seno de la familia Marroquín, una familia de artistas, de ella proviene Joel Marroquín reconocido y combativo caricaturista político que se fue con su arte al exterior, otra de las hermanas, Aurea, también iniciada en el arte fallece prematuramente y es entonces que Marcela da un nuevo impulso pero esta vez hacia los Títeres, empieza a muy temprana edad de manera autodidacta y va involucrando a sus hermanos Estela, Orestes y Venancio con quienes constituye la Compañía difundiendo su trabajo en diversos espacios de Lima y el interior así como otros países, también incursionaron exitosamente en la televisión mucho antes que nuestros referentes más antiguos (“La Casa de Cartón” y “Titeretambo”); además Marcela, directora del grupo, fue durante muchos años profesora de Títeres, esto y más en las siguientes páginas a través de una entrevista a la misma Marcela Marroquín.
¿Cómo fue tu inicio con los Títeres?
Fue con el comienzo de nuestra infancia dentro de lo que puede decirse el juego, comencé a los 10 años haciendo títeres, una forma recreativa; a los 12 años ya teníamos el espectáculo y toda la
familia entró en el grupo y hasta comenzamos a dar funciones entre grupos de amigos intelectuales y nos pagaban, decíamos que bueno, sacábamos ya una porción de dinero.
¿ Cómo aprendieron?
En la familia todos eran artistas plásticos, mi hermano mayor de 20 años ya era famoso en hacer caricaturas y dentro de todos los conocidos amigos intelectuales nos contemplaban que hacíamos cosas y nos apoyaban; dentro de esta tarea nosotros estábamos surgiendo como personas que…, yo por ejemplo, no he tenido de quien aprender, hemos ido haciendo de ver problemas satíricos. Al comienzo surgió de ver algunas ilustraciones, luego por medio de libros, el de Alfredo Bagalio y el de Villafañe. Yo comencé a hacer títeres pero no caricaturescos sino realistas y comencé a hacer obras porque tenía el libro de Javier Villafañe, lo conocía por el libro y comencé a modelar las cabezas de “El caballero de la mano de fuego” que era la historia popular europea sobre un rey que tenía una hija que fue raptada por un brujo, ese argumento un poco fantasioso nos gustó y lo hicimos, esa fue la primera historia que hicimos con argumento de un poeta y después una serie de Otto Freitas, el uruguayo, de Alfredo Bagalio, otro argentino; obritas simpáticas pero ahora ese método de hacer temer a los chicos por medio de saltos de los brujos es un poco irrisorio pero en esas épocas si surgía una fantasía simpática. Por medio de ese conocimiento de libros, yo trate de interpretar modelando las figuras; incluso a los 15 años que tenía yo me llamaron del Ministerio de Educación para enseñar a los docentes que venían a Lima por el Teatro Escolar, ese Teatro Escolar estaba fundado en que profesor que estudiaba tenía un aumento de 20 % en su haber como incentivo, durante 17 veranos estuve enseñando, me llevó Porfirio Meneses que en la actualidad es un señor mayor que tiene 88 años, es pedagogo, veía que yo tenía condiciones y me decía ¿podrías enseñar a docentes?, creo que sí le dije.
¿Cómo tomaban los maestros que una chica de 15 años les enseñe?
Eso digo, mira yo tenía 300 alumnos en La Cabaña en una sola clase y decía no ensucien la sala, no empleen aserrín para tener la forma para modelar, eso era lo que decían los libros no?, entonces yo decía no, nunca he hecho eso, entonces inventé el cono de cartón en un vaso de plástico para tener la forma de una cabeza y no necesitaba más que modelar sobre ello; y tenía alumnos de 60 años y de 20, eran docentes de primaria que por el incentivo venían tantos, en eso conocí a Vicky Morales (“Kusi Kusi”), fue mi alumna en uno de esos grupos. Cada año cambiaba de director, todo el mundo se quitaba ese puesto hasta que por fin en esos años incluso me llamó Walter Peñalosa, este doctor, me llamó para enseñar en la Universidad Cantuta, le decía “no es que estoy estudiando en Bellas Artes, ya no tengo tiempo”, pero el me decía “no, usted tiene que enseñar allá porque estamos trabajando todo el día, usted estudia e la mañana y en la tarde va allá”, y así hice, desde ahí continué el trabajo, apliqué la enseñanza de las artes plásticas en la educación, como tenía escuela de aplicación que era la primaria, trabajé con ellos recreándome yo y los alumnos también, era una experiencia novedosa, además de los títeres la narración y la plástica de representar dibujando y modelando los títeres en el cuento, eso ha sido una cadena que me llevó al estudio del dibujo desde la época del garabato de niño, etapa esencial en la expresión plástica. También trabajé en el Instituto Pedagógico de Varones.
¿Y los espectáculos?
En Lima en varios sitios hacíamos espectáculos, la ANEA nos proporcionó la sala para hacer exposición, después siguieron los espectáculos desde el 58 para hacer televisión en canal 4, mi tarea era entre el espectáculos en locales y la enseñanza; ya éramos cuatro hermanos que nos dedicábamos a esto, y luego me tenía que dar tiempo además para los espectáculos particulares, después del canal 4 la gente nos llamó para hacer espectáculos familiares y veíamos que no era complicado para nosotros y podíamos desarrollar esta actividad, las familias que nos buscaban eran judías y nos decían “ustedes son los artistas nuestros, porque en Europa nosotros hemos aprendido, hemos visto y teníamos siempre presente el espectáculo con marionetas”.; ya no eran títeres de guante, eran marionetas, tarea que yo también la hice sola.
¿Empezaste con Títeres de Guante, y cómo pasaste a los de Hilos?
Si, estuve 4 años haciendo títeres de guante y dije ya no, ya me cansé de esto y no tenía ningún libro pero comenzamos a estudiar el esqueleto humano para hacer las articulaciones, entonces de esa forma fuimos trabajando una marioneta con movimiento de hilos y de ahí conocí a una persona que me proporcionó un libro de Checoslovaquia de Títeres de Hilo y Guante del artista plástico checoslovaco Jiri Trnka que había sido médico en sus inicios y que a los 40 años se dio cuenta del encanto de las marionetas, dejó de ser médico y se dedicó a las marionetas, entonces una señora checoslovaca que era esposa del doctor leprologo que vivía en Lima me dijo “mi hermano conoce a Jiri Trnka le voy a pedir”, le pidió y me dio el libro, unas cosas preciosas de argumentos diferentes y yo me hice el propósito de hacer marionetas con movimientos de ojos y de boca, de cuerpo articulado, la primera que hice era La Cenicienta, entonces todos nuestros cuentos que habíamos conocido desde chicos eran los europeos, Hansel y Gretel, La caperucita roja, Blanca Nieves, una infinidad de cosas y trabajábamos, yo no dejé la educación, no dejé la televisión, no se como porque a veces me acostaba a las tres de la mañana.
¿Cómo llegan a la Televisión?
Ya éramos conocidos porque hacíamos espectáculos en instituciones, entonces de allí nos llaman y nos explotaban, creo que empezamos el 58 y después el 60, 62. Lo primero que hicimos fue Cuentos Clásicos “Maravilandia”, trabajábamos los programas por episodios de 20 minutos cada uno, seis u ocho conformaban un cuento, éramos cuatro hermanos más dos personas, nos costaba ensayar y sobretodo yo fabricar las marionetas, mi hermano hacía la escenografía y la utilería,
¿Quién los dirigía?
Mira, en la televisión no te dirigen, solamente llegas, viene el productor, te acepta lo que estás ensayando, y ensayábamos, por suerte nos tocó un productor español porque los peruanos eran insípido.
¿Recuerdas su nombre?
No, no se si era su nombre actual, porque tu sabes que algunos huyeron de España; pero era un tipo muy culto que sabía apreciar, decía “que lástima que no tenemos tv en colores”, y durante los 3 ó 2 años que estuvimos y después otro año más, logramos hacer algo; pero no, los directores no tenían ningún…por lo general son una gente improvisada. No seguimos porque nos cansamos, todo era grabado y se veía en provincias, cuando hacíamos giras por provincia nos decían “ya esto lo hemos visto en televisión” entonces dijimos “no, no vamos a seguir más, no nos pagan”, de esa manera nos apartamos.
¿Qué otras cosas hicieron en la televisión?
Fábulas, otro programa son Títeres de guante que se llamaba Fabulandia, porque Maravilandia era hilos, esto fue en el canal 4; también trabajamos con el Tío Jhonny.
¿Dentro del mismo programa?
Si, una vez a la semana nada más, hasta que un día estábamos trabajando la Fábula del Chancho y el Burro, el Tío Jhonny vino por entre la boca de escena de los Títeres, agarró al Chancho y le dijo “oye, tu eres puro…ah¡, estoy encontrando acá una mano que te está manejando”, justo ese día nosotros le habíamos dicho a un periodista que vea el programa para hacernos un artículo y vio pues eso, entonces sacó un artículo en Caretas hablando pestes del Tío Jhonny, que era un tipo sin cultura, sin aprecio; nosotros no habíamos leído esto, fuimos ese día jueves a dar la función y dijo “ustedes no van más porque han hablado mal de mi”, nos tocó en frio pero ya pues “han dicho que yo no tengo ninguna fantasía”… el se lo buscó.
Cuentanos acerca de “Inkakolín”
Inkakolín fue un programa de televisión en canal 13 para promocionar Inka kola el 63, lo hizo una española que era pariente de los Lindley casada con Enrique Pinilla, el músico; ella era muy amiga
de Romualdo Valle, en la casa de él teníamos una función para los hijo, estuvieron invitados nos vieron y dijeron “uy que lindo¡” y nos propusieron hacer un programa en televisión; ella hizo el argumento de Inkakolín parecido a cualquier cuento europeo, Inkakolín era el chico que podía jugar, imaginarse viajes, ella hacía los libretos pero el giro era español, nosotros para ensayar no lo aceptábamos, cambiáramos los giros a giros criollos, bueno nos soportaba el coordinador hasta que un día nos dijo “pero el libreto que tengo acá no es así”, es que no entendíamos esos giros españoles, tenían otro significado, ella se molestó un poco y después le dijimos que no podíamos seguir trabajando así, además resulta que un día en administración yo pregunto “¿Cuánto gana la señora que hace los libretos y la producción?” y me dicen 42 mil soles por cada programa, cuando me pidieron presupuesto yo dije “bueno somos 6 personas, prorrateamos y sale 2 mil soles”, lo cual era un desbalance total, entonces no más, no nos dejamos explotar, ella se enfureció, íbamos a los espectáculos de teatro, nos encontrábamos con Enrique Pinilla y ella no nos saludaba, apartaba a Enrique de nosotros, y eso cuando íbamos al escenario del Teatro Municipal a saludar a los artistas.
¿En Chile estuvieron una temporada larga?
El 64 nos fuimos a Chile, estuvimos dos años por allá y haciendo también temporada en Televisión, teníamos mayor acogida que acá, fuimos por un mes y nos quedamos dos años .…..ah¡, aperturamos en Chile el interés por los Títeres porque allí decían esto es una cuestión familiar, casera, pero no, vieron que las cosas bien puestas valían el respeto de una dirección, de unos críticos, nos apreciaron bastante, con decirte que vivíamos solamente de hacer espectáculos y recorrimos todo Chile hasta Puerto Mont, de allí regresábamos y bueno en Santiago volvíamos a hacer espectáculos y había bastante trabajo; entonces había el Instituto Chileno de Cultura, un egresado de la escuela después de 3 años de estudios, también en Perú eran 3 años de estudios de teatro en esa época, tenían el Instituto para hacer montajes grandes; ellos nos apreciaron y dijeron que era dable hacer certámenes y comenzaron a hacer el primer festival, el del 66 al cual fuimos también que fue organizado como Internacional, no como concurso, sino para recrear, participaron varios grupos de Chile que los veían muy menospreciados, y justamente algunos tenían cierto valor no? Pero les faltaba fundamentarse más. Yo aprendí el idioma de la jerga chilena que era tan popular en los títeres, es una forma de acercamiento al pueblo, nosotros no teníamos ese tipo de espectáculos sino montábamos en serio obras clásicas, pero queríamos que algunos peruanos escribieran sobre títeres pero no, no había el interés.
¿Ustedes hicieron el Retablo de Maese Pedro?
Si, el 79 hicimos el montaje de Maese Pedro por la llegada de los Reyes de España, ellos vinieron y la Escuela de Música con el Director Garrido Lecca, dijo “pueden hacer esta pieza teatral para títeres?” y la hicimos, no era fácil porque no había texto en todo, la pieza musical estaba interpretada por la Orquesta Sinfónica y eso se hizo con un director de orquesta que nos indicaba que muñecos debíamos mover, era complicado, durante tres meses de ensayo logramos la interpretación, trabajábamos con una grabación de la Orquesta Sinfónica. Fue un éxito, hicimos una función primero para todo el grupo artístico de Lima y luego para los Reyes de España en el Segura, después debió haberse presentado en la Cabaña y estaba publicado pero el grupo de la Orquesta Sinfónica dijo que ellos no podían rebajarse a ir a tocar a La Cabaña porque ellos eran de la Sinfónica, entonces te imaginas como yo considero a esos músicos ignorantes por más que pertenezcan a la Orquesta Sinfónica faltos de cultura. Después de dos días fue la ceremonia en la casa de España fue una recepción para los reyes de España, concurrió tanta gente que yo le dije al embajador “usia que pasa?, tanta gente, cuantos invitados” entonces veíamos gente con tanta ceremonia, con traje largo, los hombres con corbata michi, con terno, yo le dije “se ve que estamos disfrazados”
¿En el grupo sólo tú hacías los Títeres?
Sí porque no era fácil, hacer una Marioneta o un Títere es bastante trabajo.
¿Estudiaste escultura?
No, yo estudié pintura, para mi la escultura ya era demasiado fácil.
¿Enseñabas a los alumnos de la Escuela de Arte Dramático y la Universidad de Educación (Cantuta) confección de Títeres?
Sí, en la ENSAD no se programa sino recién…, yo entro el 70 para enseñar historia del arte, después historia de la cultura peruana y después recién se programa los Títeres en Pedagogía Teatral.
¿Cuántos cursos eran de Títeres?
Tres, yo enseñaba confección de figuras humanas, Títere de Guante nada más porque eso era lo único que se podía dar para educación, después enseñaba el segundo semestre confección de animales y el tercero montaje ya con las fábulas de acuerdo a creaciones, era difícil porque eran pocos alumnos y no hay habilidad.
¿Habilidad Plástica?
Claro, son teóricos y la habilidad plástica cuesta, y yo soy muy exigente.
¿Que piensas de la plástica de los titiriteros peruanos?
Que están pininando.
Pero,
¿ te gusta el trabajo de algunos?
Ninguno, bueno los Aramayo (“Kusi Kusi)” han logrado avanzar un poco con esfuerzo, yo no trabajaría como ellos así entregados a eso nomás, piensa que no hay mucho público para que asista a un espectáculo y son arriesgados de vivir de eso nomás, ese es el problema en el país.
¿Algunos de tus alumnos llegaron a convertirse en Titiriteros?
No porque aquí no hay, es igual, ven en el ambiente que no progresan para subsistir con ese arte, es difícil para la mayoría, imagina de los egresados de arte dramático, que yo he estado 28 años allá y 25 en La Cantuta, de 8 ó 6 alumnos que egresan por profesión no los veo buscar el lado del teatro, o sea que está muerto el asunto de el actor que va a egresar para vivir del teatro, y como no hay capacidad creativa pues lógicamente nadie se arriesga, no hay habilidad y desgraciadamente parece que la televisión surgió más por el lado comercial alienante de las obras y deja de lado a los espectadores.
¿Conociste a Javier Villafañe?
Sí, logré conocerlos en una temporada corta que vino, estaba de paso para Ecuador y allí me dio su libro con muchas obras lindas de lo cual yo puse en escena, me decía que admiraba la habilidad que yo tenía con los muñecos, vi los que él tenía, eran de pequeñas calabacitas, pero parece que él no los hacía, él tenía la simpatía del juego dramático para presentar sus obras y como tenía fama de poeta lo admiraban y en el Ministerio de Educación de su país le dieron el programa ese para recorrer todas las escuelas, creo que hasta se jubiló de titiritero, o sea que había más aprecio que acá.
Fotografías: Archivo de Marcela Marroquín