En este día vienen a mí imágenes
cargadas de ternura y admiración, de cuando mis pequeños hijos y sobrinos “jugaban”
a interpretar al más grande marionetista en tardes inolvidables: jugaban a ser
Rivas Mendo. Cómo dejar pasar, aquellas imágenes enriquecedoras e imborrables,
de jornadas creativas con amigos artistas de diversas latitudes; intacta está
la pasión y el amor desplegado con los niños y maestros de nuestro Primer
Puerto. Cómo dejar el sueño de un mundo
donde el arte y la imaginación albergan nuestro espíritu y colman los corazones
de verdad, donde las palabras no sólo sean para declaraciones líricas, de
formalismos y de promesas incumplidas. Un sueño donde manos mariposas tejen
sueños en el aire. Ojos llenos de asombro juguetean en la tarde dominguera, los
colores brillan alegres, saltando de casa en casa, con peces en la laguna
apacible del bosque, de cuentos mil y de figuras como estampadas en el papel de
la mañana.
El retablo extiende sus alas, brota la imaginación
y el encanto se hace luz. Una ronda de risas infantiles llena la tarde colorida
de globos y de ensueño, de paletas y de algodón de azúcar. Silencio. Las hadas
brillan en el firmamento chiquito de los sueños. Un rey y una princesa, un buen
dragón y otro malo. Los molinos de viento giran en el aire, una adarga, un
hombre enfebrecido y un rocín descarnado, alucinan gigantes malvados.
Nadie sale de su asombro, todos están
encandilados; alguien grita ¡chímpiti! y otro contesta ¡chámpata!, en un juego
vertiginoso y feliz. Las cachiporras cumplen su cometido y un coro de risas
surca la tarde. Un baúl guarda celosamente cada verso y en cada uno de ellos una
flor, una sonrisa y un ser imaginado. Ya la tarde nos dice adiós. Cae el telón
y hasta la próxima función. Un abrazo fraterno con el cariño de siempre.
Alfredo Ormeño Felice
Actor, Director, Dramaturgo. Gestor
Cultural, Exdirector de la ENSAD Escuela Nacional Superior de Arte Dramático
No hay comentarios:
Publicar un comentario