“Para el artista,
la cultura es un servicio.
Para el gobierno, la cultura es una obligación
Para el pueblo, la cultura es un derecho”.
Para el gobierno, la cultura es una obligación
Para el pueblo, la cultura es un derecho”.
Eduardo Di Mauro
¿Cómo
va Tempo?
Bueno, Tempo anda bien, anda bien
porque tiene más de treinta años, es un teatro muy grande, todo esto, todo es
lo que yo he traído en la experiencia que tengo. Por ejemplo en 1960 se hizo un
festival en Rumanía, fui con mi hermano Héctor y claro era otro mundo en ese
momento; nos dieron un premio, y el premio era en dinero pero no pudimos gastar
el dinero porque era en Rumanía, entonces prácticamente viajamos con eso por seis o siete países, los países del
bloque socialista; y bueno, cuando uno ve que en un país todas las ciudades
tienen un teatro de títeres, y en algunos, las ciudades grandes tienen tres o
cuatro teatros oficiales, todo es oficial, no había prácticamente
independientes. Entonces uno dice pero que es la Cultura, la cultura es
evidentemente lo más importante para que ese ciudadano piense que cada
compañero sea lo más importante para él, pero en este momento lo que podría
decirse están enfermos por el dinero y todo es dinero, y bueno claro que hace
falta, pero es increíblemente espantoso. Entonces que podemos hacer nosotros, y
hacemos Títeres, pero le llaman un arte menor sencillamente porque no entienden
que el primer contacto del niño es la cultura, es el teatro; yo pienso que si
una persona no tiene sensibilidad entonces no desarrolla la imaginación y es un
animal evidentemente; y eso es tan feroz que no hay nada que pueda ser positivo
dentro de toda la gente porque como puede ser posible que en los países tan fuertes que tenemos hay miles
de personas en la villa, en la pobreza, es espantoso el problema. Ahora, la
cultura que es vital en el comportamiento humano es para una elite y entonces eso no es servicio; la cultura
debe ser un servicio público y de primer nivel, eso no aparece; fíjate que
desde México hasta la Patagonia no hay una ley, al no haber una ley no puede
hacerse mucho, y eso yo lo he vivido. No vamos a avanzar si este país, como
todos los de Latinoamérica no se unen, no vamos a salir de esto.
Y los artistas
tampoco se unen y el problema es que tampoco lo entienden, buscan triunfar y no
entienden lo que es eso y lo que la oligarquía auspicia ¿a cuantos llega de los
miles y miles de niños?
Todo lo que se hace en América Latina
son eventos, Festivales pero eso no es parte de una política, no tiene
continuidad, al no tener una ley todo es eventual entonces eso no sirve para
nada.
¿Cómo
están en Venezuela en el tema cultural en el marco del proceso de la Revolución
Bolivariana?
Estamos en un momento en que Venezuela
funciona bien en el sentido de que se está mejor, Venezuela ha dado un paso
adelante muy grande, pero Chávez es un militar y no se si entienda o no el
problema cultural.
¿No
está atravesando un buen momento la cultura?
Totalmente
y es que es muy difícil.
¿Cómo
llegaste a Venezuela?
Me fui escapando de Argentina porque
dieron un golpe militar y eso hizo que me quede en Venezuela e hice Tempo.
Yo
tendría que haber ido a México donde me esperaban los compañeros pero el
problema es que el ferry que había para
cruzar el auto había desaparecido unos cuantos meses y yo no podía cruzar el
auto, entonces pude haber venido acá o allá, yo sólo esperaba a que salieran
los cretinos, los militares argentinos que son unos asesinos, y bueno pero
pasaron varios años yo no podía actuar, hacer lo que quería y lo hice en Venezuela
en una ciudad muy pequeña que tiene más o menos ciento cincuenta mil
habitantes, en Guanare que es la capital del Estado de Portuguesa,; porque es
más fácil, mientras que la gente que está en una ciudad grande en un gran
volumen de gente, es imposible prácticamente de operar.
¿Cómo
funciona Tempo?
Tempo se mueve mucho hacemos unas 500 actuaciones por un año con dos elencos pero yo quisiera tener 20
elencos para llegar a todos.
Al no haber un sistema cultural
nosotros enfocado el trabajo en planes; tenemos cinco planes, el Plan Rural que es el más importante que
tenemos, el plan bandera con un promedio de cien a ciento veinte funciones por
año. También está el Plan Urbano que ese lo hacemos en la sala, luego el Plan
Estatal que llega a las ciudades y pueblos de todo Portuguesa, después el Plan Nacional con el que hacemos
giras por todo el país y tenemos el Plan Internacional haciendo giras y
festivales en otros países.
En 1987 actuamos con una gira que duró
dos años para llegar a muchos países de América Latina, la hicimos por tierra
con un camión que llevaba todas las cosas del teatro, y yo adelantándome con un
automóvil para ir programando;
hicimos más o menos quinientos cincuenta funciones en esos dos años. La idea
era conocer a titiriteros, conocer a
todos los compañeros, lo primero que hacíamos era encontrar a un
titiritero en una ciudad y ver como estaba, como trabajaba, como se alimentaba,
cuales eran sus problemas.
¿Cómo
encontraste la situación de los titiriteros en ese entonces?
Había muy poco, y no había un solo
taller, había muy pocos titiriteros que lo sufrían bastante, por eso en Tempo
fuimos haciéndolo y se hizo una infraestructura muy grande, en una ciudad chica
yo hacía notas en los diarios sobre cultura, cultura, cultura y más cultura y
ya decían “deje de joder Di Mauro”, ¿cómo que joder?, si esa es la base de
todo, si se quiere una cosa tiene que hacerse a través de la cultura, el
respeto humano, todo eso. Y bueno para que me deje de joder se hizo el
edificio.
En
el Tempo tenemos mucho, tenemos la sala, tenemos dormitorios para titiriteros,
para festivales y para todo, y después tenemos una biblioteca que yo fui
acumulando y cuando nosotros pudimos entrar a Argentina, cuando ya se fueron
los animales, llevamos un camión para traer una biblioteca inmensa que era la
que yo tenía en Argentina, y todo lo llevé a Tempo, y bueno me quedé, y bueno
pudimos hacer cosas, y vamos a seguir haciendo.
Tenemos muchísimas cosas, hay dos camionetas que
salen a las seis de la mañana al campo y a las ciudades pequeñas y grandes, es
decir trabajamos todo el día, tengo siete u ocho producciones para niños y tres
para adultos, las de adultos van a las Universidades, por supuesto hacemos de cada cien funciones para
niños una o dos para adultos.
Tengo dos elencos que no es lo que yo
pretendía, yo pretendía seis u ocho grupos
para que haya continuidad, yo no puedo pensar que todo es eventual, por
ejemplo en nuestra provincia hacemos una o dos funciones al año en una misma
escuelita, pero también tenemos los otros estados, tengo aproximadamente en
treinta años unas siete mil funciones, pero no tenemos el personal suficiente.
Y para producir lo hacemos de las seis
de la tarde a las diez de la noche, la misma gente produce, es un trabajo
fuerte pero hay que hacerlo, se hace para eso, hay que tener pasión, mucho amor
al ser humano y a los Títeres.
¿Esas
funciones son subvencionadas?
Si, todo, porque todo es gratis, nosotros tenemos un sueldo.
Yo pienso que como lo vi en los países
socialistas todo era gratis; sino uno dice ¿cómo va hacia el niño?.
El problema es eso, dignificar al
Títere, hacer lo que ha dejado de hacer. Si para el niño el primer contacto que
tiene con la cultura es el Títere, para
el desarrollo de la imaginación; si piensas tu que el hombre no tiene
cultura es un animal, el niño pobrecito no tiene nada, no sólo no tiene pan, no
le dan ni para comer.
Lo hacemos gratuito porque que va
pagar un niño, nosotros no les cobramos, nunca, nunca; eso lo hacen los otros
titiriteros.
Tenemos la sala pero era tal la
demanda, que bueno el teatro tiene más o
menos ciento veinte o ciento treinta butacas, y la gente peleaba porque había
trescientas personas y después había mucho más chicos porque era gratuito, y tenemos
que salir también a las escuelas rurales.
¿Cuándo
empezaste, en América Latina la parte Técnica no estaba muy desarrollada?
No, tuvimos que forjar muchísimo eso, en 1952
todo el año en Córdoba Argentina hicimos una especie de programa para mejorar, toda la tarde ese año hicimos
sólo eso, había cuatro o cinco personas porque era para nosotros, algunas veces
venían maestras. Todo el año mi hermano Héctor y yo lo hicimos, él hacía cosas
y yo lo veía y él a mi, y nos decíamos que estaba bien y que estaba
mal, elaboramos eso todo el año y lo pulimos, y bueno para que un titiritero pueda tener una base técnica
viendo tanto, estudiando tanto, tuvimos una autopreparación y entonces
empezamos con la obra de títeres de tal, hicimos Fausto, por acá en Lima también
la hicimos en una sala grande cuando vinimos esa gira de dos años, hicimos como
veinte funciones en un teatro lleno.
¿Tu
trabajas sobre todo Títeres de Guante?
Me
gusta porque es lo más fuerte que hay en el Teatro de Títeres, es lo mejor.
¿Algo
que decir a los titiriteros que se inician?
Que
amen a los niños y a los Títeres, que amen a su profesión, sino hay amor a la
profesión mejor que no sean titiriteros.
¿Es
duro ser titiritero?
No, es hermosísimo, viajas a todo el
mundo y conoces la idiosincrasia de la gente y hasta donde ha llegado como
ciudadano, uno no está aburrido nunca.
¿Un
balance de todo este tiempo dedicado a los Títeres?
Que me gustó, nada más, y tenía la
responsabilidad de hacer un mundo mejor, que todavía están esperando, que todo
esto, que América Latina sea un país, es la única alternativa, sino no creo que
esto prospere, una cosa son nuestro países , la tierra, la tierra es la que
vale.
Entrevista concedida por Eduardo Di Mauro
Para “Mil Vidas” en el Callao
durante su visita a Lima para el “ I Taller Internacional de Teatro de Títeres “
Junio de 2010
Publicado en "Mil Vidas" no. 7 Julio 2011.
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