martes, 22 de julio de 2008

Artículo sobre Pepe Cabana en La República

Déjame que te cuente

"Cuando aquel gracioso hombrecito, que apenas medía una pulgada de alto, decidió un buen día convertirse en todo un guerrero samurai, acudió donde su padre para pedirle permiso y así poder cumplir su anhelado sueño. El padre, luego de escuchar con atención la petición de su hijo, lo alentó a seguir adelante con su sueño y, con mucha sabiduría y gran ternura, se le acercó y le dijo al oído: ‘Pobre aquella rana que se queda a vivir en su estanque. Porque nunca sabrá lo bello e inmenso que es el mar’". (Adaptación personal de José ‘Pepe’ Cabana de un cuento tradicional japonés)
Hace seis años José ‘Pepe’ Cabana también decidió ‘salir’ y ‘saber lo bello e inmenso que es el mar’. Fue en el 2002 cuando por fin se animó a dejar su trabajo en el departamento creativo de una agencia de publicidad y se aventuró a hacer lo que realmente le apasionaba: narrar cuentos y utilizar para ello títeres y todo lo que pudiera estar al alcance de cualquier persona común y corriente.
Hoy Cabana adapta para su público todos los cuentos que lee. "Mis cuentos son para niños de cero a cien años. Y los hago de tres maneras: con narración oral pura, con títeres o con algún objeto determinado. La idea es hacer fluida la narración. Es que el protagonista es siempre la palabra, la historia. Si son bien llevados, con los cuentos logras realmente una magia muy especial", afirma Cabana.
Y es ahí, en medio de esa magia, cuando ‘Pepe’ Cabana cree cumplir uno de sus objetivos: animar, a quien lo escuche, al hábito de la lectura.
"Un cuento puede ir dirigido a un niño, pero también a un adulto. Sucede que, en medio de la narración, muchas veces viene la pregunta: ¿Y cómo lo haces? ¿de dónde salió? Y yo les digo: ‘bueno, recurrí a una fuente, y esa fuente es un libro’. Yo leo muchos cuentos, encuentro los que coinciden con lo que quiero transmitir y hago luego una adaptación. De esa manera los chicos y los mismos adultos se motivan a leer", sostiene Cabana.
La afición narrativa le vino desde niño. "Al comienzo lo hacía para mis amigos y familiares", dice. Desde hace cuatro años se dedica por completo a la narración de cuentos y hasta tiene su página web: http://vivanlostiteresycuentos.blogspot.com y su propio taller llamado Koinobori Kokorotinya.
"Poco a poco me di cuenta de que podía contar historias e incidir en la educación de los niños, como un apoyo al maestro en el aula. En base a eso he desarrollado mi propuesta", comenta Cabana.
Para dicha propuesta comenzó a buscar alternativas que estuvieran al alcance de la gente. Todos sus títeres están hechos con material reciclado (cajas, telas, etc.). "De eso no hay pretextos para que no se puedan hacer las cosas. Los niños y los adultos entienden que todo es posible, como en los cuentos", agrega. Eso lo demuestra en los colegios en donde desarrolla su arte: San José de Cluny y Rayito de Luz, en Barranco, y en el Laboratorio Experimental de Sombras, un taller artístico para chicos de inicial y primaria.
DEL PERÚ PARA EL MUNDO
"A mí me contaron, hace mucho tiempo, que en un lugar del Perú había nacido un animal único, especial y distinto a los demás y que no tenía temor a nada ni a nadie. Al escuchar esa narración, supe que no podía quedarme con los brazos cruzados, quería saber de él para poder contar su increíble historia. Entonces, rápidamente, tomé mi mochila y comencé a recorrer muchos caminos, de lado a lado, de arriba para abajo, y recordando lo que mi abuelo me dijo un día: ‘Más te demoras en buscar, más te demoras en encontrar’…". (Adaptación y motivación especial dirigida al público y que Cabana utiliza para iniciar la narración de un cuento peruano).
Cabana refiere que empezó narrando cuentos japoneses. "Mi abuelo materno era japonés. De ahí que mi trabajo aún se denomina ‘Mukashi Mukashi’ (mukashicuentos@yahoo.com ) que quiere decir ‘hace mucho tiempo’, en japonés. Esas historias japonesas llevan mensajes que tocan el corazón. Pero cuando fui requerido por las editoriales (es consultor independiente en narración oral y lectura en voz alta para Editorial Norma) que querían difundir sus cuentos, abarqué otros contenidos. Ahora narro cuentos japoneses, peruanos, africanos y de cualquier parte del mundo", aclara.
Un día un niño le dijo: "Pepe, cuando sea grande quiero contar cuentos como tú". Y él le respondió: "No tienes que esperar a ser grande para contar cuentos. Si quieres hacerlo, puedes empezar desde ahora". Cabana afirma que esa es la mejor manera de alentar la imaginación. Y de recurrir a la fuente necesaria: la lectura de un libro.
En otra ocasión, haciendo de un personaje que tenía que cargar algo muy pesado (con su imaginación simulaba que lo hacía), logró que los niños que lo escuchaban subieran al escenario ‘para ayudarlo’.
"La gente participa, canta, interactúa mucho. En el Perú el nivel de comprensión es muy bajo –comenta–. Yo trato de tener a los niños muy concentrados. Digo, por ejemplo, ‘minutos del reloj’ y ellos hacen el sonido del ‘tic-tac’. Los tengo muy atentos. En la medida que entiendan, aprenden también a concentrarse".
"Recuerdo cuando era niño. Me encantaba subir al cuarto piso del edificio donde vivía y desde ahí contemplar de día los enormes edificios que en ese momento nacían y su deseo de llegar a los cielos. Por las noches miraba la luna, las estrellas, y muchas veces me preguntaba cómo podría ser la vida en otros planetas. Si los animales pudieran hablar, qué no nos enseñarían. Y lo único que hacía en esos momentos era subirme a mi alfombra mágica llamada ‘Imaginación’". (Adaptación de Cabana en el inicio de otro cuento peruano)
Cabana toma esas palabras como propias. "Gracias a los cuentos –señala–, yo también he podido recuperar los sueños que tenía de niño: contar cuentos con mis títeres y llevarlos por el mundo".
Y eso es verdad. El viernes que pasó Cabana partió a México para participar en el Festival Internacional de Zacatecas, uno de los más importantes de Latinoamérica a nivel de narración de cuentos. "Puedo decir que en el exterior valoran mucho mi trabajo. El respeto al artista en México, por ejemplo, es increíble. Eso aquí va a llegar, de a pocos, pero llegará. Hay que trabajar, dar más propuestas. Creo ser una muestra de que del arte sí se puede vivir".
Y eso ya no es imaginación. Con Cabana es la pura verdad.
Atentos. Cabana sostiene otro de sus títeres, una paisana,
hecha en el momento enrollando una tela. Los niños se concentran en su trabajo.
Inmersos. Los niños participan y disfrutan dentro del títere más grande de Cabana: un gusano gigante al estilo oriental.

Texto: Chaparro
Fotos: Christian Salazar
tomado de

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